domingo, 24 de enero de 2016

El pobre y el Rey

Cuentan que en en una pequeña aldea vivia un hombre muy pobre que se dedicaba a pedir una ayuda a todos los aldeanos para poder ir viviendo.

Un buen día entró en la aldea un carro de oro llevando al Rey sonriente y radiante.

El pobre al ver el carró, pensó “mis días de sufrimiento se han acabado”, “seguro que el Rey en su inmensa generosidad no dejará que pase calamidades y con lo que me pueda dar me servirá para poder vivir tranquilo el resto de mis días”.
Y así, se acercó al rey confiado en que se apiadaría de su situación.
El rey al verle acercarse y antes de que el mendigo pudiese abrir la boca le preguntó:
-Buen hombre...qué tienes para darme?”
El mendigo se quedó soprendido ante su pregunta. ...Cómo era posible que el Rey, que iba montado en un carro de oro y lleno de riquezas, le pidiese a el algo? ...Acaso no se había dado cuenta que era muy pobre y que no tenía nada para darle?


Sin embargo el mendigo no quiso contrariar a su señor y metió la mano en la alforja llena de granos de arroz.
De ella sacó un grano de arroz y se lo entregó al Rey.
El Rey, se guardó el grano de arroz, se subió de nuevo a su carro de oro y se marchó.
El mendigo se quedó muy apesadumbrado ante la actitud del Rey.
Sin embargo, al final del día, al vaciar su alforja, entre los granos de arroz descubrió ....Una moneda de oro!.
“-Ay”, se lamentó el mendigo. ...Por qué no le habré dado todo el arroz”.?



Cuando uno procede con bondad y generosidad no espera una recompensa, no vive sus gestos realizados como un acto de heroicidad, ni espera las loas de los héroes.


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